jueves, 14 de febrero de 2008

Carta para todas por San Valentín

Hola chicas. Para serles honesta, no sabía como empezar. La verdad, todavía no se como voy a hacer para explicarles todo lo que he sentido estos últimos días. Mis dedos corren por las teclas, como hechizados, no se si lo que termine de escribir tenga algo de sentido, pero veamos, lo intentaré.

Para empezar, se preguntarán tanto como yo por qué les mando este mail, si casi no hemos hablado desde hace mucho. Incluso desde antes de abandonar el colegio. Que raro suena, ¿no? Abandonar el colegio. Todavía me cuesta aceptar que nunca más voy a usar la falda escocesa a cuadros que esta en mi cajón, ni mucho menos las medias que se chorrean, porque se les estiro el elástico. Todavía no puedo constatar que ya nunca mas voy a volver, me cuesta mucho aceptarlo.

Bueno, el propósito de este mail no es hacerles recordar el colegio, sino intentar poner en papel y tinta lo que tengo en mi cabeza. No saben todo lo que he tenido que pasar estos últimos meses, no saben la falta que me han hecho. He estado en una “crisis mental”, si se puede llamar así, porque todas las penas de mi vida se juntaron en un momento y exploté. Mi separación de ustedes fue, en parte, para que no se dieran cuenta de lo que tenía, para ahorrar problemas. Y una vez más, Joaquina Maldonado se come palabras y deja todo a su pesar. Ahora que estoy mejor, no se como no les pude contar a todas lo que tenía. No lo entiendo. No me entiendo.

Ustedes saben mejor que nadie que me encanta mi cumpleaños porque siempre hago lonchecitos y esas cosas, pero chicas, este cumpleaños fue el peor de mi vida. Si no hubiera sido por Dona, no se que hubiera hecho. Me pase toda la tarde llorando, sola, en el sillón. Era mi primer cumpleaños sin amigas. No saben todo lo que me costó articular una sonrisa y decir “bien” cuando la gente me preguntaba que tal la había pasado. Fue uno de los golpes más grandes de mi vida, no es chiste.

Ese es un ejemplo de varios que he pasado. No es que me de la razón, la estúpida aquí fui yo, no ustedes, por no poder confiar en mis amigas de toda la vida. Ahora que veo todo de otra perspectiva, ¡me arrepiento de tantas cosas! Me arrepiento de no haber ido al lonche navideño, me arrepiento de no tener fotos con ustedes en la prom y, principalmente, me arrepiento de comerme las palabras que hubieran sido tan útiles para ustedes y para mi, pero ¿saben qué? No pienso comerme las palabras nunca más. Desde ahora les voy a decir todo lo que les tengo que decir. Desde hoy voy a empezar.

Las amo. Les aseguro que no se pueden imaginar todo lo que significan para mí. Cuando han estado conmigo brillaron con su presencia, y cuando intente opacarlas ni siquiera conseguí que su ausencia deje de brillar. No saben lo importante que pueden ser para mí, ahora que lo veo todo desde arriba. No saben toda la falta que me han hecho. No saben cuanto me arrepiento de no haber estado con ustedes en los momentos finales y, sobre todo, no saben cuanto las he extrañado.

Espero que este mail les haya llegado a algunas, ojalá que después de esto podamos ser amigas otra vez. No se olviden nunca que forman parte de mi corazón, y que las necesito para que este siga latiendo. Por favor, no me olviden nunca, que yo nunca las voy a olvidar. Les deseo la mejor de las suertes ahora que empezamos un nuevo camino, un cambio radical, pero que estoy segura que todas van a poder superar.

Las adoro.

Joaquina

miércoles, 13 de febrero de 2008

Jueves Mágico

Llaman a la puerta. Es la criada, dice que hay alguien que quiere verme. Me retoco el pelo, me arreglo el vestido, me pongo los zapatos de cristal y bajo las escaleras. Esta allí, parado en medio del hall, mi príncipe azul, ese que tanto había estado esperando.

Me saluda con un beso en la mano y una reverencia y me guía rumbo a la puerta. Salgo y me encuentro con un hermoso carruaje plateado con unicornios blancos como la nieve. Me acompaña, me ayuda a subir y emprendemos el camino. Para mi gran sorpresa, el carruaje comienza a elevarse y, sin darme cuenta, estábamos sobre las nubes. La luna estaba tan cerca, que casi llegaba a tocarla.

Volteo y veo a mi príncipe. Me mira y sonríe, risueño. ¡Es tan apuesto! Lleva encima un traje azul con dorado, muy elegante. Olía dulcemente, me hacía recordar las manzanas de los campos del castillo. Entonces voltea y saca una cajita cuadrada, me mira, vuelve a sonreír (dios mío, me encanta cuando sonríe) y me entrega la cajita.

Cuando la abro, salen mariposas y revolotean por todos lados. Nos reímos un rato y luego vuelvo a mirar la cajita. En ella estaba la tiara más hermosa que podría imaginarme, brillando, solo para mí. Me mira a los ojos, una vez mas, y dice: “La tiara mas preciosa para la princesa más bella del mundo”. Sonrío y me sonrojo. Toma la tiara y la pone sobre mi cabeza, luego toma mi mano y me da un beso en la mejilla. El gesto más tierno de la historia.

Debo irme, le digo, son casi las doce. El me mira y me dice que aún hay una sorpresa mas. “¿Querías una estrella, verdad? Pues vamos a buscarla. No te preocupes, estarás de vuelta en el castillo en un santiamén”. Y así subimos tanto, que las estrellas estaban casi al lado nuestro. El tomó una y la guardó en un cofre de oro. Me la dio y me dijo: “para que nunca te olvides de mi”. Yo le tomo la mano y digo: “no podría hacerlo ni aunque quisiera”.

Empezamos a bajar, estamos llegando ya. Cuando estamos justo en la puerta de mi castillo, el se acerca y me susurra al oído: “te quiero”. Y a esto le respondo: “Yo más, tenlo siempre presente”. Y sin pensarlo dos veces, le doy un beso. Nos quedamos abrazados hasta que sonaron las campanas, eran ya las doce. “Lo siento, pero debo irme”, le digo. Le doy otro beso, salto del carruaje y corro hacia la puerta del castillo.

Mágico encuentro, mágico príncipe, mágica imaginación, mágico San Valentín.

lunes, 11 de febrero de 2008

Diálogo

- ¿Yo soy para ti?

- No, mi vida, no eres para mí.

- Y tú, ¿eres para mí?

- No, tampoco soy para ti.

- ¿Por qué no puedo ser para ti?

- Porque eres libre.

- ¿No puedo usar esa libertad para hacer lo que se me antoje?

- Ser libre significa no ligarse con nadie.

- Yo te quiero y quiero estar contigo. Eso me vale más que ser libre.

- También te quiero.

- Si me quieres, ¿por qué no puedes ser para mí?

- Es complicado.

- Lo único complicado aquí eres tú.

- Te quiero, pero no para mí.

- Todo esto es absurdo.

- Supuse que no entenderías.

- Cállate, ya déjame.

- Nunca te tuve, solo te quise.

- ¡No tienes el menor sentido!

- Exacto. ¿Para qué quieres para ti a alguien sin sentido?

- Porque no quiero ser libre.

- ¿No? Nada puede darte más que la libertad, no se puede pedir más de lo que te estoy otorgando. ¿Qué puede ser mejor?

- Si existe.

- No existe. Si existiera, te lo daría.

- Si hay.

- ¿Si? ¿Qué cosa entonces?

- Tu.

- ¿Yo? ¿Por qué yo?

- Porque te quiero más que a la libertad.

miércoles, 6 de febrero de 2008

14/06/07

Está Joaquina sentada en una sala escuchando hablar a Tere y una música extraña de pajaritos y otras cosas. Definitivamente ese no es su género musical. Tiene sueño y está cansada. Realmente le gustaría no estar ahí, sino durmiendo, como lo hace todas las tardes después del colegio.

Ahora está escuchando una canción como las anteriores, pero la diferencia es que esta tiene guitarra. Eso hace que se acerque un poco más a su género musical. Extraña mucho su guitarra. Son momentos como este, melancólicos y aburridos, en los que Joaquina suele tocar la guitarra y escribir una canción. Una de las tantas que luego guardará en su cajón, hasta que se pongan amarillas y se desintegren. Siempre en el mismo lugar, esperando ser cantadas algún día., cosa que no va a pasar.

Joaquina no sabe cantar, por lo menos eso es lo que ella cree. Cuando canta alguna de sus canciones, lo hace bien, afinadas y muy dulces, pero esas canciones y esa voz son solo para ella, y para nadie más, por lo menos por ahora.

Quizas su voz no es buena. De repente sus canciones y su guitarra tampoco son buenas, pero eso no importa cuando ella agarra su guitarra mientras se siente triste o feliz y saca su voz y las notas. En ese momento todo cambia. La voz se hace linda, la cancion dulce, la guitarra afinada.

Y sigue Joaquina sentada en la sala de ladrillos con muebles marrones, un cuaderno y la musica de pajaritos. Acaba de llenar una hoja donde le hacian describirse. Joaquina odia describirse. La dinámica era describirse a si misma para un chico, que le habia mandado un mail interesado en ella, cosa que termino por deprimirla. Termina de escribir el “mail” con la siguiente frase: “No me gustas, odio conocer gente por internet y voy a ser monja. Chau.”.

Pobre “Pepe”, pero eso es lo que Joaquina de veras siente. ¿Cómo alguien va a querer “algo más” con ella? Debe ser porque no me ha visto en persona, piensa. Lo cual es muy probable. Joaquina no se concidera para nada atractiva. Puede contar sus salidas con una sola mano , pero es no es algo que le preocupe mucho en este momento. De repente en algun momento podrá sentirse sola y añorar esa compañía, pero por ahora no lo considera indispensable.

Lo que le preocupa, aunque no lo crea ni ella misma, es el futuro y, fundamentalmente, si se va a casar algún dia. Raro, muy raro, pero no sabe si alguian la aguantaría para el resto de su vida. De verdad le preocupa. Cuando ella lea esto siendo adulta, va a tener una de las siguientes reacciones: se morirá de risa, porque esta casada y con hijos, o quizás llorara un rato. Uno nunca sabe.

Ocaso

Te vas, sol
Pero no te vas solo
Bajas de a pocos
Pierdes tu brillo
Te tornas oscuro
Bajo contigo

Bajas recuerdos
Bajas razones
Bajas de golpe
Bajo contigo

Bajas como un juego
Bajas cantando
Bajas riendo
Bajo contigo

Bajas penas
Que me entristecen tanto
Bajas con lágrimas
Bajo contigo

Sigues bajando
Pido un deseo
Que me quiera, por favor
Bajo contigo

Ya casi desapareces
No veo tu reflejo
No veo tus rayos
Te he perdido

martes, 5 de febrero de 2008

Trabalenguas

¿Cómo hago para decirte lo que tenía que decirte hace tiempo? Lo que tuve que decirte, eso que quise, que de veras quise, pero nunca me atreví a decir. Cuando estuve cerca, casi lo hice, sin embargo me arrepentí en el último instante.

Ahora que todo ya paso, ahora que lo observo todo de otra perspectiva, ahora que ha pasado el tiempo suficiente, me pregunto por qué no hable en el momento que tenía que hacerlo. Todo hubiera sido diferente, quizás estaríamos juntos ahora, abrazados, queriéndonos para siempre.

No hubiera sido fácil, eso es completamente indudable. Tantas veces que estuve a punto de hacerlo, pero retrocedí. Mierda, por qué siempre tiendo a retroceder, aunque se que para cualquiera también hubiera sido difícil. Cuando lo planeas, cuando lo crees preciso, cuando ya es el momento indicado, las manos sudan, las piernas, tiemblan, el corazón late a mil por hora y, entre tanta tensión, se toma el camino fácil. Ese que todo el mundo toma por salir del apuro, ese al que llaman “cambiar de tema”.

Quizás no soy yo, porque te lo dije, mas no directamente. Te lo dije una y mil veces, solo que no te percataste de eso. Quizás fui muy sutil, quizás no quisiste escucharme. Te hiciste el de oídos sordos, pero yo te lo dije. Ese es el problema de los hombres, no saben leer entre líneas.

Ahora que la historia se repite, se repitió y, probablemente, se repetirá, ya no se lo que tengo que hacer. Pienso y pienso, pero no encuentro una respuesta. Todos saben, pero nadie dice nada. Tú lo sabes, no dices nada. No tienes nada que perder y, para mi, se perdería todo. Que chistoso.

Todo por culpa de ese tormento de no decirlo. Por no decirlo a su tiempo, perdí la oportunidad de hacerlo para siempre. No se va a volver a dar la misma oportunidad, aunque tampoco la quiero. Ya no la necesito, después de todo, felizmente que no te lo dije, pero a ti, a ti si te lo quiero decir. A ti te lo voy a decir. Espérame.

Carta a Sofía

Claro, existe gente que nació para ser un “ratón de biblioteca”. Creo que ese término encaja perfectamente con mi personalidad, quizás un poco tímida, un poco introvertida. Los libros, para mi, son algo espectacular, hasta llegar al punto de no poder dormir sin leer antes.

A pesar de la gente que dice que no es cierto, que me ve tan abierta, tan sociable, tan divertida, lo de afuera solo aparenta. La mayoría de gente que encaja en esa descripción, es muy diferente a lo que parece ser. En el fondo, a obscuras, se guardan todo lo que no quieren que la gente capte. Se guardan esa debilidad que tanto les molesta, se guardan resentimientos, se guardan tristezas y, lo peor, se comen palabras. Por eso también les gusta escribir, cosa que se les hace más fácil por la lectura que tanto anhelan. Esa chispa que pretenden tener es un sarcasmo entero. No es congruente con lo que llevan dentro de ellos mismos, con su verdadero yo, ese que se refugia en sus libros antes de dormir.

En cambio, hay gente que vive, que vive bien. No me refiero a lo material, por el contrario, me refiero a las situaciones y a su reacción ante ellas. No importa lo que les pase, si se tropiezan, se levantan ipso facto. La mejor parte es que no solo se paran muy campantes, sino que también lo hacen con una sonrisa y luego, simplemente, siguen caminando. Lo más increíble de todo, es que pueden mostrar sus sentimientos sin el menor fastidio, no se guardan las cosas, no se comen palabras. Todo esta claro, porque te lo dicen directamente, porque no dejan nada a medias, porque cuando se proponen a lograr algo, simplemente lo logran, cueste lo que cueste.

Irónico, no? Como dos tipos de personas tan diferentes pueden llegar a vivir en el mismo universo, en el mismo país, hasta en la misma calle y, aún así, complementarse. ¿Como así Sofía Canelo y Joaquina Maldonado pueden ser tan distintas y tan iguales al mismo tiempo? Fácil. Lo que no tiene una, lo tiene la otra. Lo que una lee, descubre, investiga, se lo cuenta a la otra. Y la otra hace lo mismo cuando explora, cuando siente, cuando ríe, cuando cae. Es así sucesivamente, siempre en forma reciproca. Siempre ganan, nunca pierden. Porque cuando a una le pasa algo malo, la otra lo siente tanto como ella, y entre las dos se ayudan a retomar el paso.

Por eso es que Sofía es tan importante para Joaquina, es como su ejemplo. Quiere ser como ella y tener esa personalidad tan increíble y entusiasta que la caracteriza. La quiere tanto, que esta dispuesta a dejar de hablarle toda la semana para que este concentrada, aunque le haga demasiada falta. La quiere para siempre y tal y como es, no le cambiaria ni un pelo (olvídate, ni hablemos de las extensiones). Si pudiera retribuirle un poco de la alegría que ella le otorga, seria excelente, se sentiría útil, pero no sabe como hacerlo. Lo único que sabe es escribir. Joaquina espera que con esta carta que le prometió, Sofía se de cuenta de cuan importante es para ella que este a su lado.

Eres mi estrella, Sofía.

Joaquina