jueves, 9 de julio de 2009

Cri cri cri

Un día, el bichito se levantó.
Se sentía extraño por alguna razón.
Él no lo sabía, pero tenía una misión.
Que, en realidad, le daba comezón.

Caminó por el sendero perdido.
Dulce y olvidado, se había ido.
No tenía momento ni motivo.
Simplemente, lo había decidido.

No tuvo miedo de la sorpresa.
Quizo ser alguien de la realeza.
No mintió cuando habló de su proeza.
Todos lo querían y admiraban su pureza.

Pero un día el bichito se durmió.
No puso alarma y nadie lo despertó.
Se internó en lo profundo y la gente lo olvidó.
Le dio pena y se murió.