Un día, el bichito se levantó.
Se sentía extraño por alguna razón.
Él no lo sabía, pero tenía una misión.
Que, en realidad, le daba comezón.
Caminó por el sendero perdido.
Dulce y olvidado, se había ido.
No tenía momento ni motivo.
Simplemente, lo había decidido.
No tuvo miedo de la sorpresa.
Quizo ser alguien de la realeza.
No mintió cuando habló de su proeza.
Todos lo querían y admiraban su pureza.
Pero un día el bichito se durmió.
No puso alarma y nadie lo despertó.
Se internó en lo profundo y la gente lo olvidó.
Le dio pena y se murió.
jueves, 9 de julio de 2009
Cri cri cri
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5 comentarios:
ay corazón! que tierno pero pobre el bichito, igual..me llegó al (l).
a veces pasa que cuando pones la alarma igual no la escuchas y la interpretas como parte de tu sueño.
Jajaja, es cierto. A mí siempre me pasa lo de la alarma.
qué lindo joaquiii :D
TED
Creo que escribí esto después de mi trauma con la Metamorfosis de Kafka.
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