martes, 22 de mayo de 2018

En el balcón, cualquiera

Yo pensaba que eras un huevón cualquiera. Luego me di cuenta que albergabas varias caras. Varias almas. Cómo vamos a ser, tú y yo, ser, si no sé con quién estoy hablando. ¿Hay explicación o mejor nos tomamos otra cerveza?
Yo pensaba que eras una persona rara como yo. Gente así no se encuentra en cualquier bodega, no se compra. Porque su trascendencia no tiene precio. ¿Sabes cuánto vales? Yo tampoco. Mucho, seguramente. Toneladas de paltas en containers por exportar. O espárragos. Eso es bastante.
Yo pensaba que tenía a alguien especial al frente, cruzando la calle. La verdad, me acordé de la Madre Toña en el colegio que me decía que para el Santísimo, en el que ya no creo ni en pedo, todos éramos especiales. Entonces dejaste de ser importante y pasaste a ser uno más en búsqueda de su propia identidad. Como yo. Como todos. Eso es más común que la mierda.
Yo pensaba que el amor de mi vida me iba a encontrar. Qué gracioso que me desentendí de todo. "Me iba a encontrar". Mientras, ¿qué? ¿Y mientras qué? ¿Veo tele? ¿Leo algo? ¿Me como un algodón de azúcar? Básicamente, mientras, espero, pues. Qué más iba a hacer.
Al final la huevona cualquiera era yo. Sentada en un balcón que nadie encuentra esperando que alguien me encuentre.

miércoles, 9 de mayo de 2018

En mi balcón, historia

Me encanta fantasear con amores que no existen. No los de novela, para eso prefiero quedarme soltera. Y todo bien. Mi soltería es mi soltería. Ni la tuya, ni la suya, la mía. 
Entre cariño y cariño hay un bache. Un orificio enorme de información perdida por elección. ¿Cómo te llamabas?
No me digas, no me importa. Es decir, sí me importa. Me importa más de lo que piensas. Sólo que este hueco de datos es más rico que tu nombre. ¿Podemos dejarlo así? Prefiero así.
En ese momento comienzo a escribir la novela tuya y mía. Me invento cómo nos conocimos, le agrego un poco de tabasco al asunto, y me imagino cuándo nos vamos a mudar juntos. Yo duermo a la derecha. Y quiero un balcón. Tómalo en cuenta cuando apuntes los números de los "alquilo" en las calles ruidosas. 
Ahora.
No cuando decidas que me quieres, ahora. Ahora de "en este momento", ahora. Ahora de "ahorita", ahora. El diminutivo no lo hace menos importante, corazón. Le pone más cariño, nada más. Más olor a jazmín por las noches.
Lo que más me gusta de ti es tu forma de vestir. Tan importante e insignificante. Tanto que ni me acuerdo cómo te vistes, honestamente. Lo que más me gusta de ti es la manera que tienes para sonreírme sin mirarme. Como si me dejaras pistas para que adivine. Lo que más me gusta de ti es que eres libre, como yo, como debería ser el mundo. Que somos libres juntos. Hoy es lunes y hay que cantar el himno. Mentira. Fumemos un poquito y veamos las noticias, ¿a cuántas habrán violado hoy?
Ya me aburrí. Otra cosa. Otro plan. Caminemos hasta que nos salgan ampollas en los pies. No importa hacia donde, avancemos hasta que no haya calle. Crucemos donde no hay línea de zebra. Cantemos. Hasta el culo, cantemos, cualquier cosa. Lo que quieras.

Y si algún día te acuerdas de mí
recuerda que yo te quise tanto
Y tú sin piedad, te fuiste de mí
Sabiendo que te amaba, me pagaste mal

Ya sabrás que esta es una de mis preferidas. Pegando de alaridos te has enterado, entonces. Bien que te la sabes de memoria. Te toca. Elige tú. Pero decide mientras bailas. Mientras te mueves, comienza.



What I like about you
You really know how to dance
When you go up, down, jump around

Think about true romance, yeah


Bien. No se puede escuchar eso sin sonreír aunque me falte un diente. Ya, a este punto, me vale madre. Qué aullidos. Qué tiene. Qué importa. Seamos libres juntos hasta que dure lo que sea que es esto. Un shot de tequila. Un hit de hierba. Un tequeño con guacamole. Un beso en la barra. 




Mejor

Nos hacemos los ciegos. Tú y yo. Pero hoy me acuerdo desde qué tomaste hasta qué tenías puesto. 
Mentira.
No me acuerdo.
Pero me tocaste la mano.
Eso es suficiente.
Eres suficiente.

miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Cuánto falta?

Hoy te vi caminando a varias cuadras de distancia. Estábamos caminando al mismo ritmo e íbamos a cruzarnos en unos minutos. Horas. Días. No vi mi si venían carros. Ni la hora, ni a los lados, ni a mí misma. Caminaba hacia ti y tú caminabas hacia mí.
Pensé tanto.
Tanto.
Lo único que me guiaban eran tus ojos. Tu mirada clavada en la mía me hacían sentir que pisaba nubes sin zapatos. Salió el sol, una luz naranja terrible hacía que te veas mejor que nunca. Te salieron alas. Yo flotaba y tú volabas.
Estamos cada vez más cerca y me pregunto tantas cosas.
Me pregunto.
¿Te abrazo? ¿Por qué me siento tan feliz? ¿Por qué sonríes de vuelta? ¿Por qué me da tanta risa? ¿Me estás mirando a mí? ¿Es por mí? ¿Tienes apuro? ¿Me está bajando la presión? ¿Cuánto va a durar esto? ¿Falta mucho? ¿Cómo va a ser? ¿Vas a seguir sonriendo? ¿Te estás burlando de mí? ¿Me vas a saludar? ¿Tengo ganas de hablarte? ¿Por qué no te mando a la puta mierda? ¿Te mereces estas manos frías en tu cuello? ¿Seguimos libres así?
Mis pies se hunden en la arena y no sé por qué estoy llorando. Tantos kilómetros me están obligando a pensar demasiado. Mi miopía está curada cuando se cruza con tus lentes sin medida.
Sólo me queda clara una cosa.
Quiero darte un beso que dure hasta que nos volvamos a encontrar.