Quiero querer a alguien que
no me quiera
regalar rosas
Quiero querer a alguien que
no me quiera
golpear con palabras
Quiero querer a alguien que
no me quiera
cambiar alguna ideología
Quiero querer a alguien que
no me quiera
besar todo el tiempo
Quiero querer a alguien que
no me quiera
tomar de la mano
Quiero querer a alguien que
no me quiera
sólo para él
Quiero querer a alguien que
no me quiera
en serie
¿De verdad quieres regalarme rosas? ¿Y si lo mezclamos con otro cliché? Si ves un poco más allá, no sólo hay un par de tetas y una actitud sumisa. ¿Perdón? Creo que eso es lo que quieres que sea, golpeándome con palabras, esculpiéndome para cambiar ideologías y transformarme a tu merced. Besa esa imagen que has creado todo el tiempo que quieras. Toma de la mano esa idea y paséala por el malecón de Miraflores. Sólo para ti. Cualquiera que mire tu escultura va a convertirse en piedra. Lo lograste, soy una muñeca. Tengo un número de serie tatuado en el culo. Gracias por hacerme perder la razón. El por qué. El quién soy. Siéntete orgulloso, esto es lo que lograste con tanto amor.
Quiero querer a alguien que
no me quiera.
viernes, 16 de junio de 2017
lunes, 20 de marzo de 2017
En mi balcón, tormenta
Hoy está lloviendo. Lo veo por el balcón, pero las gotas que
veo en mis manos no le pertenecen a la lluvia. Tampoco son fruto de este calor
anómalo. Sin embargo, toco mi rostro con los dedos y me doy cuenta enseguida
que lo que caía en mis manos, en mis pies, en mi ropa y en el suelo eran
lágrimas silenciosas. Cavaron su propio caudal a través de mi piel, golpearon
mis brazos, salpicaron en el piso de madera. Crearon un charco grande a mi
alrededor. Y yo quiero parar, pero no puedo. Yo pensaba que estaba lloviendo.
La mancha grisácea que me rodea se sigue agrandando, mi
vestido está empapado. Las lágrimas ya no salen sólo de mis ojos, sino también
por mis dientes, mis dedos, mi pelo. Comienzo a atorarme con tanto líquido. La
desesperación hace que intente tapar las fugas, pero es en vano. Mi alma está
llorando. Mis pies están mojados. Mis pantorrillas, mis rodillas, mi cadera.
Todo mi cuerpo. Me estoy asfixiando.
Ya no puedo ver más, todo está distorsionado por el agua que
brota de mis ojos. ¿O quizás así es el mundo y la que lo transgredía era yo
misma? Cómo es, pienso, cómo era todo cuando era normal, mientras me ahogo.
Cómo era.
Ya no puedo respirar.
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Al lado de mi almohada,
Meditando en el balcón
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