miércoles, 17 de octubre de 2018

Yo sólo quería un amor para querer

Estuve pensando que quizás estuve equivocada estos últimos meses. En mis alucinaciones, yo divagaba en respuestas directas. En varias, distintos escenarios, mismos personajes, diferentes conflictos. Tanto tiempo en tinieblas me han hecho entrar en razón. Vi la luz. Quizás no quiero quererte, de repente sólo quiero querer.
Estoy cavando hondo y no sé a dónde me va a llevar. ¿Serán las ganas de querer? ¿Será que sólo necesito un abrazo? ¿Qué pensará mi psicoanalista?
Hoy llegué a mi terapia y mi manifiesto fue "creo que estoy deprimida". Y lloré lo que no había llorado en varios días. Cada vez que pienso, que "me pienso" (aunque es erróneo porque la gente no "se" piensa a sí misma, pero es una metáfora de esas que nadie entiende) diciendo la frase que dije hoy en la mañana, me entran ganas de ponerme a llorar como cuando escucho la canción que me regaló Spotify en el descubrimiento semanal del lunes pasado. Cómo pegué de alaridos hoy en la ducha. Hace tres días que no me bañaba.
Que me abrace el viento. Que la gravedad me proteja. En el nombre del fuego, del agua y del monóxido de carbono. Que alguien me salve de la instantaneidad y de la resolución ínfima, concreta, inmediata, de los problemas. Quiero taparme hasta el cuello aunque haga calor. Quiero sentir el vértigo de la naturaleza. El vértigo de tus latidos cerca a mi corazón. No hay nada más puro que la naturaleza del romance.
Pero qué se yo del amor, si soy un fracaso. Cuando me leí el café me dijeron que la apertura, que la letra A, que el amor ya estaba comprando puchos en la tienda del grifo.
Hoy me levanté bailando flamenco. Hay días que me sorprenden con un disfraz distinto. Abro mi clóset y está lleno de vestuario. ¿Qué queremos ser hoy?
Entonces regreso a mi cama. Bailando ballet. Y me quedo dormida escuchando a Tchaikovsky. Mi compositor favorito. Suena a persona, a carácter, a dulzura.
No me baño hace tres días. La naturaleza.
Un día a la vez.

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