domingo, 13 de abril de 2008

Imagino mi camino

Está Joaquina en la vereda, cargando un montón de cosas. Camina y camina arrastrando los pasadores por todo el lugar. Pasa por la planta bonita. Se detiene a ver sus flores, porque a Joaquina le encantan esas en especial. Que pena, piensa, se acaba el sol de verano y con el las flores de la planta bonita.

Y sigue el cotidiano recorrido hacia su casa, siete largas cuadras, lo suficiente como para pensar en todo lo que ha sucedido en el transcurso del día. La caminata a veces resulta más corta, cuando hay mucho en que pensar. Cuando siente que nunca llegará a su destino, es cuando el día tuvo poco de especial.

Joaquina se tropieza y se le caen todas las cosas que estaba cargando. Se para y recoge todo mientras que se ríe sola, internada en su mundo donde ningún transeúnte existe. En ese mundo que es su mejor arma, en el que puede pensar lo que sea y reír y llorar y reír y reír.

Solo una cuadra más y será misión cumplida por hoy. Así llega la nostalgia, pero no pasa nada. Joaquina tiene muchos días más para pensar y caerse y reír y reír, porque ningún día es “un día más”, todos los días, todas las caminatas, todos los pensamientos son, y serán, siempre distintos. Nunca deja de asombrarse.

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