miércoles, 15 de octubre de 2008

El señor de los cuentos

Estaba Joaquina estudiando fervientemente para su parcial de Introducción a la Historia en la cafetería de Letras. Lucía estaba estudiando con ella también. Hicieron una línea del tiempo y luego se aprendieron toda la Revolución Rusa de memoria. Joaquina ama la Segunda Guerra Mundial, pero la Revolución Rusa es un estrés más. No sirve y no le importa.
En fin. Decide darse un descanzo. Sale y se encuentra con Mariana (mejor conocida como Gusanito y derivados) y con unos amiguines más. Son bien amenos, todos. Estaban conversando felices y en eso Mariana codea a Joaquina y le dice "mira, un señor de cuentos!". Tenía toda la razón. Joaquina volteó atónita, esperando ver al ser más cuentero (perteneciente a cuento, cabe resaltar) de todo el mundo. Bueno, quizás sólo de toda la universidad. Fue increíble.
Un señor bajito, como apretado, con un terno aguamarina que le quedaba muy grande pasaba justo al frente de ellas. Tenía el torso muy ancho y la espalda muy grande, quizás por el efecto de los "panqueques" que contiene el terno, y las piernas muy pequeñas. Era perfecto para un cualquier historia. Las dos soltaron un gritito de ternura, porque las dos querían escribir un cuento con el señor de los cuentos.
En eso, pasó algo más impresionante aún. Entraba por la puerta de Estudios Generales Letras un señor aún más raro que el anterior. Esta vez, no era cuentero. A Joaquina le hacía recordar a una araña. Una de esas que tienen el cuerpo chiquitito y las piernas larguísimas y flacas. Así era el señor nuevo. Era alto, con las piernas extremadamente largas y un torso que poco tenía que ver con el resto de su cuerpo.
Qué maravilla estos cambios del cuerpo humano, piensa Joaquina, si prestas atención puedes encontrar siempre algo nuevo.

1 comentario:

El chico de la ventana dijo...

Me pregunto que clase de señor seré...

Éxitos con los parciales...