viernes, 21 de noviembre de 2008

Sin título IV

¿Por qué a mí? Frase típica. Abunda en mi cerebro por millones de razones. Ahora no puedo dormir, ni hablar, ni siquiera llorar. Sólo lo pienso y me dan arcadas de los nervios. ¿Cómo pudo pasar? Si lo pintaste todo como una maravilla. Si pretendías ser una maravilla. Y lo peor es que yo lo asumí como tal. Mis manos tiemblan y aún no comprendo por qué. No sé qué hacer para que mi corazón deje de latir tan aprisa. Ya no tengo fuerzas para pensar en qué pensar, porque no tengo ganas de caer en el mismo círculo nuevamente. Lo que jamás entenderé es por qué siempre tengo que ser yo la víctima. Quizás, al fin y al cabo, son ideas mías. Quizás en el fondo me gusta ser la víctima, llegando a autoflagelarme por hechos que no son tan relevantes, pero que a mí me parten el alma. No es por lo que acaba de pasar, es por las consecuencias. Es porque a veces pienso que no tengo a quién querer y, aún peor, no tengo quién me quiera. No voy a obligar a nadie a generar sentimientos de donde no existen. Borrón y cuenta nueva, aunque creo que no sé contar.

No hay comentarios: