No escucho y no digo más. No duermas, despierta, comienza a buscar. No sé buscar. Entonces, no sé encontrar. No sé hablar, entonces no sé sacar. Tampoco sé callar. Tampoco sé saber. Entonces, no sé entender. No sé ignorar. No sé frenar. No sé mirar. Entonces, no sé observar. Tampoco sé escribir. No sé leer. No sé expresar. Entonces, no sé defender. No sé escuchar. No sé tocar. No sé cortar. Entonces, no sé querer. No sé mentir. Tampoco sé reir. No sé llorar. Entonces, no sé vivir. No sé discutir. No sé argumentar. No sé correr. Entonces, no me puedo esconder.
¿Y ahora?
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