jueves, 19 de junio de 2008

Carta

Querida Maria del Carmen,

Espero que entre todo el ajetreo te encuentres bien. Creí necesario escribirte esta carta para explicarte el por qué de lo que pasó. No me odies, por favor, si de veras te importé, termina de leer esta carta. Sólo si me quieres en serio, si no quieres leerla, también comprenderé.
Hay tantas cosas que tengo que decirte. Tantas cosas que tuve que contarte antes que todo esto pasara. Tienes 14 años, ya eres toda una señorita, así que considero apropiado hablar ahora sobre temas de grandes. Temas que, en su momento, fueron evitados por mí y por tu madre, pero que, sin embargo, tengo que citar y aclarar.
Sé que tienes cierto recelo contra mí, por haberlos “abandonado”. Pero no lo hice. En ningún momento me olvidé de ustedes. Estoy seguro de que piensas que no estoy diciendo la verdad, pero no ha habido cosa más importante en mi vida que mi familia. Me alejé de ustedes por una serie de problemas, que de todas maneras voy a mencionarte.
Desde la muerte de tu abuelo, cuando yo tenía 15 años, entré en un proceso de depresión incontrolable, donde pensé no encontrar ninguna salida. Digo pensé, porque al fin y al cabo encontré una clase de salida que no me otorgó ningún beneficio: las drogas. Esas mismas de las que te hablan en la escuela, esas a las que nunca deberías acercarte. Desde los 15 años no he podido dejarlas, hasta ahora o, bueno, hasta donde todo llegó. Esa fue una de las razones por las cuales dejé la casa. No quería ser un mal ejemplo para ustedes.
Tu madre y yo teníamos ciertos tipos de enfrentamientos por dinero. No digo que tu madre sea mala, ya que no me refutaba nada. Era yo el afligido. Tu madre es una de las personas más buenas que han pisado este mundo, ya no hay muchas como ella. Tienes mucha suerte de tenerla contigo, y yo soy un desdichado por haberla perdido. Cosas que pasan en la vida.
En conclusión, Marita, tuve que irme de la casa, porque mi adicción a las drogas empezó a crearme problemas con tu madre y con ustedes. Vivíamos en una situación precaria, no teníamos a veces ni para comer. Es por eso que tomé la decisión más difícil de toda mi vida: irme, pero por ustedes. Por su bien.
Desde que los dejé no pude parar de evocarlos en mi mente. Estaban tan presentes, que lo primero que decidí hacer luego de mi partida fue trabajar día y noche para que ustedes tuvieran lo mejor, y sólo lo mejor. Trabajé de mozo en el día y de vigilante por las noches. Es por eso que se cambiaron a un mejor colegio y tenían mejores cosas, gracias a lo que le enviaba a tu mamá y de lo que ella también trabajaba. El momento más cargado era cuando dormía, porque eran ustedes lo único que pasaba por mis sueños. Fueron días arduos, mucho más cuando tomé la decisión que tomé luego.
Al no poder dejar mi adicción y ser despedido de ambos empleos, no encontraba más una excusa para seguir viviendo. Ustedes eran todo lo que tenía, y lo había perdido. Por eso tomé esta fatal decisión, no por hacerles daño, sino por terminar de golpe con varias dificultades. Por favor, no me odies, sé que debes estar triste por todo, no te culpo. No tienes la culpa de nada. Ahora, que ya no estoy, eres tú la encargada de cuidar a tu madre y tus hermanos, porque eres la mayor y confío en ti. Te amo, te amé toda mi vida y te seguiré amando donde quiera que esté en este momento. Espero que algún día podamos encontrarnos donde debo estar, donde los días son eternos y los minutos no existen, ni la maldad, ni los problemas. No te olvides de mí, por favor, que aunque ya no esté más no me voy a olvidar de ti.

Te ama y te seguirá amando siempre,

Tu papá

1 comentario:

Mariana dijo...

esas cosas pasan. Me gusta tu estilo Joaqs.llegas.

Marianeinch