Cuando estás, cuando no estás. No da igual. Siempre estás. Si te tengo, te siento. Si no te tengo, te pienso. Solo deambulo por las calles del olvido, donde todo es sombrío y apesta a delito. ¿En qué estaba pensando? Aún intento descifrarlo.
Que fuerte lo que dices. ¿Qué dices, que no entiendo? Si, pero no. No, quizás si. Uno nunca sabe, porque nunca se termina de esperar. ¿Cuándo pretendes acabar? Solo me quieres enredar.
Tiernas las flores que caen de los árboles, el frío que entra, que duele, que quema. Así caigo yo, lenta, desilusionada y patéticamente, caigo sola, caigo porque me dejas. El invierno penetra y la brisa se hiela, como tu, que cada día más te congelas.
Dime tu, ¿qué sientes? Lo que siento no importa. Las palabras se atracan, no brotan, se esconden. Dices lo mismo y siempre te sientes distinto. Inconsciente, indecente, inminente, yo inexistente.
Y me miras a los ojos y me dices que me quieres. ¿Cómo quieres? No me quieres. Si quisieras, falso eres. No te importa ni preocupa, eso ya lo sabía. Entonces, ¿por qué tanta agonía? Pregúntate tu mismo y respóndeme cuando puedas.
No me hieras, que me muero. Soy de carne, no de acero. Si no quieres, ya no importa, solo vete y déjame sola. No me extrañes ni me crees en tus sueños juveniles. Vete ya, hasta luego, hasta aquí, terminó el juego.
Que fuerte lo que dices. ¿Qué dices, que no entiendo? Si, pero no. No, quizás si. Uno nunca sabe, porque nunca se termina de esperar. ¿Cuándo pretendes acabar? Solo me quieres enredar.
Tiernas las flores que caen de los árboles, el frío que entra, que duele, que quema. Así caigo yo, lenta, desilusionada y patéticamente, caigo sola, caigo porque me dejas. El invierno penetra y la brisa se hiela, como tu, que cada día más te congelas.
Dime tu, ¿qué sientes? Lo que siento no importa. Las palabras se atracan, no brotan, se esconden. Dices lo mismo y siempre te sientes distinto. Inconsciente, indecente, inminente, yo inexistente.
Y me miras a los ojos y me dices que me quieres. ¿Cómo quieres? No me quieres. Si quisieras, falso eres. No te importa ni preocupa, eso ya lo sabía. Entonces, ¿por qué tanta agonía? Pregúntate tu mismo y respóndeme cuando puedas.
No me hieras, que me muero. Soy de carne, no de acero. Si no quieres, ya no importa, solo vete y déjame sola. No me extrañes ni me crees en tus sueños juveniles. Vete ya, hasta luego, hasta aquí, terminó el juego.
5 comentarios:
Una total y vituperante-metafórica patada en los huevos. Simplemente genial :)
En "El juego del ángel" de Carlos Ruiz Zafón hay una linea interesante:
-Lo bueno de los corazones rotos es que solo se pueden romper una vez, todo lo demás son solo arañazos.-
En verdad no puedo decir si lo has vivido o lo puedes decir debido a experiencias ajenas (me inclino a que lo has vivido), pero es una total verdad que el amor puede ser la más sublime de las experiencias y al mismo timepo la más terrible de las desgracias. Debido a mi personalidad debo decir que caeré en la segunda opción repetidas veces. ("Travesuras de una niña mala" MVLL)
El amor, tiende a ser, la desgracia encarnada en una situación. Estoy totalmente de acuerdo
Eyyyyy...aguanten que también tiene sus partes ricas ojo que de repente no estás entendiendo lo que te dicen
Empieza a estresarme esto de los anónimos, jaja.
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